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Antonia La Cebolla, la primera mujer torera de Castellar por una causa benéfica

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Antonia junto a Apolinar Amador Román "Poli", vaquero de reses bravas y Mercedes Martínez Domínguez "La Cebolla", sus padres

 Antonia Amador Martínez … más conocida como "Antonia la Cebolla".. Mujer amable y "campechana" como pocas, nos recibe a mi padre y a mí en su casa de Castellar, siempre con su sonrisa y con los brazos abiertos. Hace tiempo que los dos tenemos ganas de que este momento se diera y de poder tocar el tema que tanto le gusta y que a la vez tanto "le duele"

Antonia me muestra orgullosa sus fotos, su historia en realidad, y se engrandece con solo mencionar a su padre, Apolinar Amador Román, "Poli", persona que le ha marcado mucho y para bien, y de la que se nota que se siente orgullosa.

Vienen de todos sitios a ver las fotos, dice, de Madrid, Barcelona… me da un abrazo y me dice que "ojalá tu abuelo viera este momento. Yo con él siempre he tenido muy buena amistad"

Desde primera hora, insiste en que ella hizo lo que hizo "por la Virgen", porque sentía que tenía que poner su granito de arena en la reparación del tejado

Para aquellos que no sepan quien es Antonia, es una entrañable mujer castellariega que allá por el año 67, junto con otros paisanos suyos, como Pepe Cerrillos, Paco Becerra o Pisahuevos, se prestaron a torear gratis para poder conseguir dinero para la restauración de un tejado de la Parroquia de la Encarnación que por aquel entonces tenía goteras por todos sitios

"Yo lo hice, igual que los que estuvieron conmigo, sin cobrar nada. No quisimos nada. Se sacó mucho dinero… y lo que me duele es que van a hacer ya 56 años y no se nos ha hecho ningún tipo de reconocimiento… yo no quiero nada monetario, pero cuando colocaron las fotografías… sentí dolor porque mi ilusión habría sido que me hubieran puesto en una fotografía al lado de mi padre… Yo no quiero otra cosa, porque de esa forma yo sentiría que también se le hace un homenaje a él"

Pepe Cerrillos, Paco Becerra, Antonia y Pisahuevos en la presentación antes del inicio de la corrida

"La plaza se venía abajo", continúa. "Éramos cinco en total. El torero vino de Jaén, recién acababa de tomar la alternativa. Se notaba que la Virgen estaba con nosotros porque se cayeron siete palos y no le pasó nada a nadie". La corrida tuvo lugar en el conocido como "Corralón de Don Senén" que estaba en la actual Avd. José López, y se celebró Septiembre de 1966

Le pregunto el cómo le dio por meterse a torera, más si cabe en los años en los que pasó todo. Se le ilumina la cara y dice orgullosa "pues gracias a mi Padre, que me lo inculcó al estar con los toros bravos en la Sierra. Él era vaquero, y estuvimos trabajando con el coronel de la Guardia Civil de Úbeda, con la viuda de Don Lucas, en el Puerco, e incluso le suena que con Samuel Flores padre… estuvieron en Tinajuelas, en Pedro Tito, en las Minas, en el Puerco… era una familia de vaqueros… "El Poli", sus abuelos (mi abuelo León Amador), y sus tíos, Froilán, Antonio y Cristóbal

Se nota a la legua que idolatraba a su padre. Su padre era su modelo a seguir. A ella le decían "Antonilla", y parecía un perrillo: siempre detrás de su padre. Donde él iba, allí estaba ella.

"Me enseñó a darle vueltas a los cabestros, me aprendí todos los nombres, y así los íbamos llamando… El primero, dice con su gracia innata, el más grande, se llamaba Poli, como mi padre… luego estaba "pajarito", "mariposa"… todos estaban bautizados.

Mi padre solía llevar el típico bastón que llevan los vaqueros… fino en un extremo y muy gordo en el otro. Me solía decir "Antonilla, vamos a darle una vuelta a los cabestros, y allí que estaba yo. Sólo me lo decía a mí, porque sabía que a Carmen, mi hermana, la que estaba casada con un bolito, le daban miedo. Alguna vez lo intentó, y era decírselo salía corriendo"

Yo lo viví y me gustaba. Me subía al primer cabestro, al más grande, y con mi padre en medio, íbamos a dar una vuelta. El que yo llevaba era el que hacía de guía y los demás cabestros lo seguían.
Me mira y se ríe. Una vez le dí con la pierna un poco al cabestro y se revolvió y mi padre me dijo "Ojito, que estoy pendiente de ti. Al animal me lo cuidas. Que el cabestro no te va a matar, pero yo con el palo como vuelva a ver, te voy a dar un garrotazo que no vas a salir de alrededor de los cabestros". Era un hombre de carácter, al que le gustaba su trabajo y cuidar de sus animales. 

A mi me gustaba ese gusanillo que se sentía al estar entre los toros. A mi hermana le daban miedo. Un día le dije te voy a quitar el miedo, hoy vamos a ir a darle agua a los toros, en el Camino de las Minas. Allí se acostaban y se refrescaban. Yo le tenia un respeto, pero no miedo, no veía el peligro. Dice mi padre, donde vais? Papa, quieres que le demos agua a los toros?, y el me dijo, no me fio de ti , yo estaré al acecho. Venían tres cabestros y cuatro toros, pero de los grandes, de los de ganadería.
Antes de llegar al rio, había un camino que subía hacia arriba, y le digo a mi hermana, quieres que los metamos por el camino, y ella dijo, a mí me da miedo. Total, que tiramos para arriba con los toros y los cabestros, y al meternos resulta que no había salida, y dieron la vuelta para atrás, y salieron corriendo en dirección a nosotras. Yo di un giro y me metí entre las matas, pero mi hermana se quedó paralizada. En ese momento empecé a darle voces… ¡¡Carmen escóndete! Pasaron por al lado de ella, y no le hicieron nada. Ella se quedó paralizada. Aquel día me tuvo mi padre tres noches sin cenar. Ni se te ocurra darle nada a antonilla, decía mi padre a mi madre. Que ha podido matar el toro a su hermana. Yo la verdad No sabía que ese camino no tenía salida. Menos mal que los toros al ir juntos no hicieron por ir por ella. Es que se quedó ella clavada… yo le decía eres tú o no eres tu pavona, estaba blanca. Me asusté por mi hermana. La habrían pisoteado, corneado... yo que sé… la habrían matado

Por eso mi padre siempre me llevaba con él. Mis hermanas jugaban con las muñecas, y yo de lazarillo con mi padre

Otro día dice mi madre nos vamos a sacar dos conejos al manzano. Mi madre tenia una vara grande y con un alambre y era una lince para cazar conejos. Hacía trampas y los sacaba. Estábamos todas, las cuatro, menos mi rosario que la tenían mis abuelos. Vosotros tapar el manjano para que no se salgan por otro lado, y yo los saco. Pero no nos dimos cuenta de que no había un becerro mas abajo, en una mata metido. Cuando ya venían ellos con los toros, el becerro empieza a llamar a su madre. La vaca lo escuchó y venía corriendo, echando babas. Como que estoy aquí ahora mismo, que mi madre se levantó, puso la vara así, delante de ella (inclinando un poco el brazo) y la vaca se paró en seco delante de ella. Ahora, eso sí, la baba de la vaca le vino a mi madre toda a la cara. Parece que la estoy viendo ahora mismo. Mi padre con las yeguas vinieron y se la llevaron. A mi madre la pudo haber quitado de en medio.

Nos íbamos al rio a echar las canastas de mimbre, para cazar peces, bichas, se ataban a una mata, se dejaban en la mata, y luego se recogían al día siguiente. A mí las bichas, fíjate tú, si me daban miedo. 

José Muñoz Vicent, Alcalde de Castellar
Antonio Sánchez Rodero, cura párroco de Castellar durante la celebración de la corrida

Volvemos a retomar el tema de la corrida benéfica… Le pregunto cómo se gestó todo, y para empezar ella vuelve a recordarme que siempre he ido al lado de mi padre, y siempre he tenido ese redolor (el no tener una foto con su padre en la plaza)

Comienza a contarme que "estaban los vaqueros en el bar de esquilaperros, donde paraba la Alsina. Cuando terminaba el encierro, se juntaban los vaqueros, el mayoral, en fin todos los de los toros … íbamos cinco chicas, la de mi tío Gabriel, Micaela, Concha, y otras, y ellos estaban tomando sus vinos. Nosotros dos mesas mas hacia abajo. Vino el cura, creo que era Juan Antonio o algo así... no, D. Antonio, era Don Antonio. Venía con el alcalde, Don José Muñoz Vicent, que era veterinario y otros, y dicen señalando a mi padre aquel es el vaquero, y tiene una chiquilla a la que le gustan muchos los toros. Se acercaron y lo saludaron. El cura le dice a mi padre, usted se llama Poli, ¿no?, dice, si señor (mi padre no creía mucho en los curas)
Estamos pensando que como a su hija le gustan muchos los toros, y como estamos pensando en hacer un festival para arreglar el tejado de abajo que todo son goteras, para ver si ella quisiera ayudarnos A ver si se echa palante y alguno que ellas conozcan (pisahuevos, pepe y paco) y dice mi padre. He visto los toros, he visto uno pequeño, pero los otros tres son cuatreros, y eso es mucho toro para la chiquilla, si le da un golpe se la carga. Estaba también el matador de toros, que no recuerdo el nombre, creo que vino de Jaén con su alternativa. Mi padre me llamó y a las de mi tío Gabriel, y nos dijo "el cura está proponiendo esto, quien se tira adelante". Y yo sin pensarlo levanto la mano. Yo la primera.
Las otras pues nosotros también, pero ahora hay que buscar tres hombres. Entonces los otros tres también estaban de acuerdo.
Pero había que firmar papeles, porque era menor de edad. No tendría los dieciocho todavía. Entonces el alcalde dice Poli, no te la juegues. Es una chiquilla. Pueden pasar muchas cosas. Yo solo te voy a decir una cosa delante de todos. Ella esta decidía, no hay más que verla, la energía que rebosa. Pero si le pasa algo a la chiquilla, vas derecho a la cárcel (el alcalde se lo dice)
El cura no hacía mas que animar. Que no va a pasar nada. No va a querer Dios que pase nada
Entonces mi padre me hizo un gesto con la cabeza, como diciéndome que, si el firmaba, que no me echara para atrás... porque si lo dejaba con el culo al aire, me dijo delante de todos, mira lo que te voy a decir. Voy a firmar, sea lo que dios quiera, si mueres con el toro, al fin y al cabo, has estado siempre entre ellos, pero como te eches para atrás, del toro puede que te salves, pero mis manos no te salva nadie. Con este palo que tengo, con el primer trancazo vas al cementerio. Piénsatelo muy bien. Y mientras tanto el cura animando... diciendo le está metiendo miedo y se va a echar para atrás.
Y le dije que si, que si... y lo firmó. No hay marcha atrás
Cuando yo iba toreando con el torero, el me decía ¡¡cúbrete las piernas, no dejes las piernas que es un toro muy bravo!!. Me cubría las piernas con la capa. A mí me quiere sonar que era José Arias El Formidable, que había tomado la alternativa en Jaén en el año 66 

Felices por el trabajo bien hecho tras terminar el festejo

El toro era un enemigo.
Le pregunto si no le daba miedo. Hombre, me daba respeto, pero ya estaba metida, y mi padre estaba vigilándome
Agarra unas fotos y empieza a señalarme… Este era que toreaba también que es el que estaba con Ponce, Paco. Y en esta estoy sola. El conejo que murió, José, estaba siempre, ¡¡si te coge el toro, me tiro y me lo como!!. Míralo, como estaba aquí con las manos abiertas.
Y este era el torero. El me dejaba para que toreara sola. Este toro era más pequeño.
Este te daba unos bufios…y mira todos los civiles alrededor, por si me pasaba algo y tenían que llevarse el poli… y mira esta, cuando terminamos, que como todo salió bien, salimos todos muy sonrientes.

Me gustaba ir a las tientas, a ver las peleas de los toros, pero desde lejos. Y los encierros me encanta ver la carrera, desde la casa de Brígida, en el balcón

Todavía me acuerdo de esa frase de que "La virgen me puede salvar, pero de las manos de poli no me salva nadie."

La pobre de mi madre, cuando salimos a las 4 de la tarde con un trozo de manta y el capote, mi madre hincá delante de un cuadro, llorando como una magdalena. Delante de una virgen, no recuerdo cual, le rezaría toda la tarde. Recuerdo que le dijo a mi padre: Como la chiquilla no venga a la casa, tu no vengas tampoco.

Así el tejado de la virgen se arregló. Y yo voy por la calle y no hay un cristo que me vuelva la cabeza. Me llevo bien con el rico, el pobre, el gitano, con todos.

Si yo hice esto con todo el gusto del mundo, pero cuando pusieron las fotos de tu abuelo y de mi padre (la foto que hay del encierro), pues me sentí mal porque creo que como poco yo me merezco una foto al lado de mi padre, por aquello que hicieron el resto y lo que yo hice ese día.
El orgullo mío era estar al lado de mi padre y eso me ha dolido bastante.
Aparte de la recaudación, se de gente que dio dinero para la restauración. Se lo daban al cura en un sobre, pero no recuerdo nombres.

Así transcurrió la tarde, de manera agradable y amena, y hoy por hoy puedo decir con satisfacción que Antonia "La Cebolla", como todo el mundo la conoce, tiene su deseada foto al lado de la foto de "El Poli", su padre, en una de las paredes del Coso Taurino San Benito de Castellar 

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